Descubre lo auténtico en Tucson y la libertad de ser tú mismo. La gente acude para vivir la procesión de innumerables maneras, vestidos casualmente o disfrazados. Con las caras pintadas o simplemente ahí para presenciar. Una banda de gaitas y tambores, luciendo una combinación única de faldas escocesas y pintura facial de calavera, interpretando “Amazing Grace.” Un hombre caminando por la calle con traje, con un relicario en una mochila.
Un grupo podría estar caminando en honor a un compañero de trabajo fallecido o un animal en peligro de extinción. Si estas sintiendo alguna perdida, esta es la oportunidad para unirte a quienes tambien estan sintiendo lo mismo. Eso no quiere decir que no hay una celebración involucrada. Lo mejor sucede al final de la Procesión, y se lleva a cabo en el lado oeste del centro de Tucson, al lado del Mercado San Agustín. El grupo de artes escénicas Flam Chen iluminan el cielo nocturno con llamas y acrobacias, con más de 100 bailarines, bateristas y músicos llenando el escenario y el aire. Al final, se prenden con fuego los mensajes y pensamientos dentro de la urna, y con una grúa se levanta la urna a 30 pies hacia las alturas para que todos la vean.
La procesión llega a su fin, con abrazos, lágrimas y oraciones. En unos meses, los preparativos comenzarán nuevamente para crear otro año de experiencias que simplemente no pueden ocurrir en ningún otro lugar que no sea las calles de Tucson a principios de noviembre.
